Una alondra con experiencia paseaba acompañada por una alondra muy joven una soleada mañana de verano. La alondra experimentada le hablaba a la otra y le hacía ver lo maravilloso que es tener alas y volar hasta las alturas. Pero la alondra joven, tenía puesta toda su atención en el tintinear de una campanita que llegaba a sus oídos desde la tierra. Picada de curiosidad bajó y vió a un hombre con una canasta sobre la cabeza que gritaba: "¡Vendo lombrices por una pluma!"
A la alondra joven le encantaban las lombrices y sin pensar más decidió. Arrancó una pluma de sus alas y la cambió por dos lombrices. Se las comió con gusto y regresó donde la alondra experimentada.
Al día siguiente escuchó de nuevo la campanita y bajó a la tierra. Cambió plumas por lombrices. Todos los días venía a hacer lo mismo. En una ocasión dió cinco plumas por diez lombrices. Al cabo de unos días compró lombrices pero no pudo batir sus alas para subir hacia las alturas. Estaba condenada a arrastrarse en vez de volar.
Esperamos que las cosas pequeñas, lo que es hoy y mañana no es, lo que aparenta saciar pero te quita valor y pureza, lo que te detiene para evitar que subas hasta las alturas, no te convenzan, ni te quiten el impulso de los que triunfan. Atrévete a levantar alas como los que ya vislumbran nuevas victorias y llegar hasta lo mas alto
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